domingo, 16 de febrero de 2020

Cazando nubes


De María Jaramillo Alanís

Raquel era una chiquilla de sonrisa franca, su cabello a media espalda, negro brillante. Caminaba con gracia, perdonado al mismo cielo que la veía. Suspiraba hondo, sus mejillas se sonrojaban pensando en el momento de ver a su amado.

Estaba profundamente enamorada del Hilario. Todos los días se  veían a las 12 del día, hora en la que él dejaba la “obra” en la que trabajaba como albañil,  y ahí estaba ella, no importaba que el sol cayese a plomo, todo lo aguantaba con tal de verlo.

De 18 años, casi niños,  hicieron planes de matrimonio.

Hilario disponía de la mitad de su raquítico salario, la otra parte la entregaba a su madre religiosamente  para ayudar con los gastos de la boda. Entusiasmado platicaba con su mamá sobre el suceso que le tenía tan contento  y cada que entregaba aquellos dineros  una y otra vez se lo repetía.

-¡Mamá, ese día, el 23 de agosto, seré muy feliz con la Raquel, haremos una vida como la de usté  y mi papá!

-Mijo, nosotros le hemos enseñado a ser buen hombre, y así será. Ustedes nos darán los nietos que tanto queremos que lleguen.

Mientras la fecha llegaba, Raquel se reunía con sus amigas Wilma  y Ganette, ellas serían las damas de honor en su boda y ellas mismas organizaban las despedidas de soltera para su inseparable amiga.
Iban y venían por las calles del barrio, parloteando, contándose de cómo sería el vestido, el peinado y los zapatos de cada una. Lejos estaban de sospechar que el peligro  las rondaba, tampoco tenían porqué pensarlo.
Raquel trabajaba en una zapatería por el Mercado Argüelles, ahí vendía zapatos viejos, de comerciantes avaros y abusivos. Wilma  era empleada en un proyecto del gobierno federal reforestando, de hecho se había graduado con honores como bióloga en el Tec de Victoria; Ganette se dedicaba a cazar aves, besos, nubes,  su ojo de fotógrafa todo lo veía desde otra perspectiva.  De las tres, solo Wilma era “letrada”

Siendo tan distintas, en el fondo les unían  cosas más profundas; la solidaridad, ayudar al prójimo, su rebeldía. No había marcha citadina a la que no acudieran, de hecho ahí se conocieron, coreando “¡El que no salte es puto!” “¡Se ve, se nota Peña es un idiota!”, eran jóvenes que les dolía  la injusticia, las carencias, la pobreza.

Así forjaron la amistad que las llevaba a reír como enloquecidas. De vez en cuando se bebían unas cervezas, fumaban, la vida era eso; reír amar, divertirse, ser felices. La calle las veía achicada por su belleza y por su  cantarina carcajada.

Aquel día Raquel salió a la calle a encontrarse con Hilario, con la misma ilusión de todos los días. Se había puesto de acuerdo con Wilma y Ganette para verse enseguida, se encontrarían sobre la transitada Avenida de la Paz, ahí frente al tendajo de doña Tere.

Pero ninguna de las tres llegó a la cita.

Un día antes por la noche, Wilma recogería en la central a su prima Rosario que venía de Tampico. Chayo dijo que su prima  le llamó para decirle que su coche se había descompuesto a una calle de la terminal. Jamás llegó. A la fecha, de Wilma, aquella muchacha  de tez color puerto, nadie ha vuelto a saber nada.

El destino cruzaba en su camino a hombres que asolan los pueblos, dueños de vidas y comercios.
Esa   fatalidad que se  cruza impunemente con Ak’s47 en ristre en las polvorientas y sucias calles de la capital de Tamaulipas.

A Ganette ese mismo día, un grupo de encapuchados entró  a su casa y se llevaron a toda la familia. “Alguien” los secuestró y nunca se supo más de ellos. La casa de la Familia permanece con el recuerdo en el pórtico; ahumada, chamuscada y los vecinos ni por error se asoman.

Raquel  iba confiada en ver a Hilario, luego seguiría contando a las amigas sus planes de la boda. Ensimismada con su felicidad no se percató de que la acechaban.  Unos hombres a bordo de una camioneta gris, con  vidrios polarizados la subieron contra su voluntad. De eso hace 8 años.

Algunos dicen que la vieron en Reynosa, recientemente en Monterrey, lo cierto es que ni Raquel Wilma y Ganette, supieron que su destino había sido marcado. Quizá se  encontraron en algún sitio donde no hay impunidad,  maldad, dolor, rabia. 

Hilario y los padres de Raquel aún no saben qué hacer para curarse de  no tenerla. Hasta  hoy en día Hilario entrega a su madre la mitad de su salario para cubrir los gastos de la boda con Raquel.

-Tenga amá, sé que Raquel regresará.

La madre de Hilario  mira  con angustia como su hijo arrastra los pies, desecho, solo lo mira sin decirle nada, solloza y se santigua, por lo bajo balbucea con rabia y dolor; ¡Malditos sean, malditos!

Los padres de Raquel siguen buscando, resistiendo con terquedad y amor, lo que los gobiernos filtran a través de funcionarios menores a los periodistas sin un mínimo de conciencia; ‘ Esas muchachas andaban mal, por eso se las llevaron y sus papás se hacen pendejos”.

Y mientras para los ‘servidores públicos’  la vida continúa haciendo de la práctica política una dupla perniciosa para que en Tamaulipas siga teniendo permiso la muerte y la desaparición forzada de personas.

Pero los padres de Raquel  y para miles de familias la esperanza sigue siendo la misma: vivos se los llevaron…vivos tendrán que volver.

A los de Wilma y Ganette los venció el terror de  las amenazas y de ser alcanzados de nuevo  por esa fuerza perversa que actúa impunemente en las calles.

Aunque por lo bajo digan sus nombres, en susurro… ‘regresarán, la casa tiene las puertas y ventanas abiertas’…

¿Quién remendará su corazón? ¿Quién se hará cargo del dolor y el sufrimiento?


ORFANDAD

  María Jaramillo Alanís A la mañana de domingo la espantó como todos los días el trino de una primavera, el gato que rasca el vidrio de l...