lunes, 29 de abril de 2013

REYNOSA…la cariñosa


Por: María Jaramillo Alanís

Para el Jardín del Arte




Reynosa,Tamaulipas.-Si pudiéramos hacer un ejercicio por un día y preguntásemos a los que cruzan en coche o a pie el puente internacional Reynosa- Hidalgo, Texas, lo qué significa para cada uno de ellos  ésta ciudad, quizá nos encontraríamos con respuestas desagradables, muchas, es probable de dolor, lágrimas, esfuerzo, de desvelo en una ciudad históricamente de “llega y vete”.

Ofrezco disculpas pero tendré que responderme ese necesario ejercicio. Hace algunos años, me fui de Reynosa, como tantos otros mascullando entre dientes: “Adiós Reynosa querida de tus límites me alejo si me voy es por jodida y si vuelvo es por pendeja” y heme aquí.

Debo decir que soy feliz de volver y volver, aunque la ciudad se caiga a pedazos, con sus paredes horadadas, desmaquilladas, las calles con hoyancos y  su terregoso aire que se cuela por puertas y ventanas, está ciudad contiene la historia de hombres y mujeres bien nacidos que le han dado a Reynosa esta sensación de calidez y solidaridad a quien necesita  de volver una y otra vez.

A casi cuatro décadas  esta casa  sigue siendo amorosa, regreso porque Reynosa es una ciudad cálida, que abraza y acoge a todo aquel que pasa por sus calles, colonias, rutas, río y brechas, por demás llenas de historia, pasada y presente.

No se crean que la calle Charco se llamó así porque a alguien se le ocurrió- claro, en Reynosa, muchas cosas son así, por ocurrencia- pero no,  la calle Charco va derechito desde Congregación Garza o Charco Escondido y cruza la ciudad,  en otro momento de la historia se llamó “Sendero Nacional” pero también  fue olvidado.

Ahí tras esas rutas de pavimento y caliche, queda el Charco Escondido, perdido entre matorrales, mezquites y huizaches, aún quedan viviendas de adobe, corrales, cabras  y una que otra vaca, una comunidad que se convirtió en un parche mal pegado de la dizque modernidad. pero ese mismo olvido le conserva eso que todos los que vinimos del campo añoramos, tranquilidad, paz, silencio.

Así como el Charco forjó  parte de la historia de Reynosa, así la han enriquecido los habitantes de la Almaguer, el Olmo, Rodríguez, la del Prado, las Granjas, la Ferrocarril poniente y oriente,  Constitución, la Ramos y sus mujeres, la Petrolera,  Bermúdez, Narciso Mendoza y las más de 400 que hoy forman parte del casco urbano.

Aquí la cultura se sincretiza y se hace plural. Aquí lo mismo convivimos   con los descendientes de aquel batallón francés que se perdió por estos lares y también los casi 4 mil personas que hablan Náhuatl y Totonaca, aquí la cultura gringa topó con pared, pues la nuestra, la mesoamericana ha sido el dique para detener sus embates.

Lustre le han dado manos anónimas y manos bien reconocidas  y mexicanos excepcionales cómo Marte Rodolfo Gómez Segura, mexicano excepcional, Ingeniero agrónomo y político, fue Secretario de Hacienda y Crédito Público, Secretario de Agricultura y Fomento y Gobernador del Estado (1869-1913).

Por los años 70’s el profesor Baltazar Díaz Bazán quien encabezó el movimiento social en contra de la alza de las tarifas al transporte público, con él se movilizó  el profesor Oscar Ornelas Galván, hombre talentoso, simpático, bohemio.

Antes  un puñado de muchachos constituidos en el Frente Autónomo Estudiantil de Reynosa  (FAER) se reunía periódicamente en la biblioteca de la Plaza Niños Héroes, de ahí los caciques de entonces-y de ahora- Meme Garza Cantú, José Cruz Contreras, acallaron la voz de Alfredo Díaz Palacios, quien desapareció y nadie hasta  hoy ha dado una explicación.

Entonces la plaza Niños Héroes, se había convertido también en la plaza pública de  Reynosa más concurrida pues a alguien se  le había ocurrido realizar bailes populares.

Si mal no recuerdo, fue el profesor Jesús Miguel Treviño Rábago, quien aún vive en esta su ciudad,  el primer diputado de un partido de izquierda-aunque el PARM no lo fuese- y cuyo suplente fue un militante del Partido Comunista Mexicano.

De igual manera dan lustre y brillo, Arturo Solís Gómez, defensor de los derechos humanos, activista, militante de la izquierda y cofundador del Periódico La Jornada.

Y como olvidar a aquel hombre que más de derecha parecía salido de la misma izquierda, Dn. Alejandro Sáenz Garza, hombre íntegro y caballero, que dejó en la política  su amor por el terruño y su gente.

Y recientemente, con harto dolor, Reymundo Zepeda Gaona, joven abogado, que dio por el pueblo que lo vio nacer, su coherencia, su honestidad. De Zepeda hay que decir que fue  hijo único y que su madre y su padre lo enviaron a estudiar a la Universidad de Nuevo León.

Todos los arriba mencionados han dado su vida por esta tierra, qué hoy yo quiero rendir homenaje. Esta tierra de llega y vete es buena, es amorosa, en ella no se pierde la esperanza de vivir-aun y con lo contradictorio que parezca, es la tierra prometida de miles  y miles de mexicanos que buscan en este girón de la patria una vida mejor, más digna.

Queramos a Reynosa a pesar de sus políticos, amémosla porque es una tierra que ha sido buena con sus hijos.


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