Por:
María Jaramillo Alanís
Ciudad
Victoria, Tamaulipas.-Hojear y ojear un libro son dos gustos-hábitos que
debemos enraizar entre nuestros hijos, nietos, bisnietos, sino estaremos
expuestos a que nos avergüencen en más de una ocasión si deciden dedicarse a la
política, y más si llegasen a ser presidentes.
En
el día Internacional del Libro se extendió en la plaza principal de Victoria,
una gran carpa, debajo de ella media docena de niños de la escuela primaria Altaír
Tejeda de Tamez, una docena de maestros, la dirigencia en pleno de la Sección
30 del SNTE, y una nube de reporteros.
Los
ausentes fueron justamente los libros. Sólo un triste programa que funciona por
un día. Usted puede entrarle al trueque de libros si lleva cinco el Instituto
para la Cultura y las Artes de Tamaulipas le entrega una cantidad igual, pero,
ahí es donde la marrana siempre tuerce el rabo, el programita solo es por un
día.
¿Para
qué y porqué arman eventos para salir del paso? Deslucido, eso sí, con la presencia de casi todo el gabinete que
sufren de diarrea verbal pero que a casi tres años, siguen en su mismo
disparatado rollo insustancial.
Así
va por la vida, Jorge Silvestre Abrego Adame, Secretario de Administración y a
su compañero Diódoro Guerra se le nota el sufrimiento en la Secretaría de Educación
donde por cierto no manda, ordenan más los rancheros traídos de “La Chona” que actúan
como vulgares “padrotes”.
Ahora
que me acuerdo, Guerra Rodríguez tiene todo el escuadrón 201, que aterriza cada día quince, algunos se
disfrazan vendiendo perfumes otras, son esposas de periodistas, y claro, pues
el ex del Politécnico, dobla las manitas y se desquita con Rafa Méndez,
dirigente al que le dejaron los cajones vacíos del SNTE y llora que llora como
una Magdalena.
Ahí
paseo también, Herminio Garza Palacios, Secretario General de Gobierno y
Morelos Canseco Gómez, Secretario de Trabajo y asuntos sin importancia.
Perdonen
pero el tema era sobre los libros, algo
así de ¿cuántos y cuáles libros han
leído? Supongo que la más leída es Libertad García Cabriales, digo,
mientras su marido cobra peso tras peso a los acreditados del Infonavit, ella
se divierte gastando el presupuesto de cultura en caros y lindos trajes sastre.
¿Y
los libros y sus escritores? Brillaron por su ausencia.
Los
libros no muerden, basta acercarse a ellos…eso sí, con ganas de leerlos, no de
presumirlos.
Por
lo pronto, me chutaré el Libro Vaquero…
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