Por: María Jaramillo Alanís
Razones y Palabras…
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Cuando leí el texto
“Nunca es tarde “de Antonio Navalón allá por diciembre, me dije; este hombre es
bien intencionado y además ben informado. Aseguraba en aquella entrega: “Si hay
una Entidad federativa que subsuma todos los horrores, los costos personales y
la terrible tragedia del problema de la violencia en México, es Tamaulipas:
ciudades enteras desaparecieron del mapa; además, extraños y tenebrosos récords
se establecieron.
Si existe un sitio donde el Estado mexicano se puede
considerar como fallido, es Tamaulipas.”
Navalón dijo en su discurso ante el gobernador Egidio Torre Cantú, de cara a
Alejandro Poiré Romero y de Batazar Garzón, en el inicio del foro de la ULSA,
“Seguridad, Legalidad y Derechos Humanos”:
Han sido muchos años, muchos de vivir en una burbuja, de no enfrentar el
problema de fondo, piensen ustedes qué historia de éxito para este país y esta
ciudad Victoria Tamaulipas que signifique a treinta y tantos días de la
elección presidencial, es decir en el momento que podemos sentir que la
historia del país por nuestra tradición puede ser refundida, llegamos a él como
un ejercicio de solidaridad y colaboración como lo que representa este
presídium, este foro y esta materia”
Desde
diciembre, Navalón aseguraba que Tamaulipas ya no aparecía en la portada de los
periódicos nacionales con “cosas malas”,
y lo llamó desde entonces el “Milagro de Tamaulipas”.
Hoy
frente al selecto publico oyente y participantes de Foro en la ULSA, explicó,
“¿en qué consistía el milagro de Tamaulipas? Los problemas seguían ahí, la
seguridad era un tema en camino, el milagro de Tamaulipas era que la sociedad
de Tamaulipas después de un comenzar muy dramático que todos recordamos y
recordamos con tristeza como uno de los puntos álgidos de la catástrofe
nacional, empezara a desparecer primero de las primeras páginas de los
periódicos para hablar solo de cosas malas y segundo iba restaurando poco o a
poco, día a día como un slogan, la confianza, sin confianza no es posible la
vida, lo mismo que no es posible tener seguridad sin justicia y no es posible
tener justicia sin tener seguridad”
Y
lo bien intencionado se vino abajo. Ryszard
Kapuściński dijo en “Los cínicos no sirven para este oficio”, el de
periodistas, que nadie puede hablar de otros sin haber vivido juntos un
tramo de su vida. Y tendríamos que recriminar a Navalón que nos entregue “el
milagro de Tamaulipas” de forma sesgada.
¿Por
qué sesgada? Muy simple, no le pediría
que viniese a vivir a Victoria, -claro, sí lo desea, bienvenido sea- pero si le
pediría que de vez en vez se diera su vuelta por Mier, Reynosa, Nuevo Laredo,
Rio Bravo, Valle Hermoso, Matamoros y qué sienta, sin la protección estatal y
federal, la cotidianidad en la que vive la sociedad tamaulipeca, esa que no cree
en milagro alguno.
Por
supuesto que ya Tamaulipas no aparece en las portadas de los principales
diarios de México por asuntos de delincuencia, por dos razones elementales que
Navalón debe conocer: Uno; el gobierno de Tamaulipas paga y paga bien los
convenios de publicidad y dos; no por no
aparecer en las portadas de los periódicos,
signifique que no exista la
barbarie, la sinrazón, la muerte en cualquier esquina.
Por
favor, los muertos no aparecen en las portadas de los diarios de la ciudad de México,
pero Navalón bien podría preguntar en los velatorios y en los pueblos perdidos,
como él mismo asegura, qué es lo que está sucediendo en nuestras ciudades.
Por
cierto, Navalón es el mismo periodista que llegó a México de la mano de Antonio
Solá, el mismo personaje que asesora en las campañas negras a Felipe Calderón y
a su partido.
Por
supuesto que yo deseo vivir en un
Tamaulipas seguro y fuerte, con empleo y vivienda, educación, pero de verdad, no el estado del “Milagrito” de Navalon.
Los
españoles nos reconquistan, y esta vez, más preparados que los de hace 500
años, ahora nos venden espejitos por presupuesto.